Familias reconstituidas: todo un máster en el manejo
de las emociones
Las consultas de psicólogos las conocen
muy bien porque van en aumento. Las dificultades que enfrentan son complejas y
se necesita todo un máster en el manejo de las emociones para librar la batalla
con éxito. Hablamos de las familias reconstituidas, aquellas en la que uno de
los miembros de la pareja o los dos aportan hijos de una relación anterior
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MADRID/EFE/PILAR GONZÁLEZ MORENO LUNES 25.01.2016
EFE/Joyce Van Belkom
La relación con nuestros/tus/mis
hijos es uno de los grandes desafíos de la convivencia de las familias
reconstituidas, ha explicado a EFEsalud la psicóloga Ángeles Sanz Yaque,y representan según la antropóloga Ana María Rivas, uno de
los mejores exponentes de las transformaciones que se están produciendo en los
modos de configurar familias en las sociedades occidentales.
Pero veamos primero el análisis desde el
punto de vista psicológico que nos relata Sanz Yaque sobre estas
familias que enfrentan importantes cambios en poco tiempo (nuevo hogar,
zona residencia, diferencia de estatus económico…) y que según el
Instituto Nacional de Estadística en 2001 eran 235.385, y diez años después,
en 2011, ascendían a 496.135, más del doble.
Para esta especialista en
problemas de relación de pareja,
una de las mayores dificultades a las que se enfrentan las familias
reconstituidas es la crianza de los hijos, crianza en la que influye de forma
determinante la edad, siendo el momento más crítico la adolescencia.
Las investigaciones recientes sugieren
que los niños de entre 10 y 14 años son lo que pueden experimentar mayores
dificultades a la hora de adaptarse a una familia reconstituida, con actitudes
de rechazo y/o enfrentamiento hacia el nuevo progenitor, porque se trata de una
edad en la que están formando sus propias identidades.
Los niños más pequeños (de menos de 10
años) suelen aceptar más a un nuevo adulto en la familia, sobre todo si su
influencia es positiva, pero esta actitud, advierte Sanz, puede cambiar a
medida que van creciendo, y pueden aparecer situaciones de celos entre los
hermanastros.
Quien regaña a quien
Para Sanz el papel educador del
progenitor con los hijos de ella o él es fundamental. ”Porque yo regaño a mi
hijo pero tu al mío no. Y se les quiere profundamente a los hijos del otro,
pero el vinculo de apego lo tienes con los tuyos”.
Luego ya estamos hablando de una
habilidad que él o ella , divorciados con hijos, tienen que tener para el control
emocional, para que el hijo del contrario no te saque de quicio y
tampoco te saque de quicio la relación de tu pareja con su vástago.
“Los hijos vienen como un pegote, como
una carga afectiva que hay que saber manejar porque forma parte de tu vida pero
no es tuya.
Hay que tener un buen control de la
tolerancia y la frustración para evitar que todas estas circunstancias dañen la
relación”, indica Sanz.
La carga del pasado
Cada vez hay más casos de divorcios de
segundas relaciones, porque se sale con un planteamiento muy ingenuo que parte
de la premisa de he fracasado una vez y no voy a equivocarme otra. Todas las
expectativas se disparan ante la nueva relación.
La carga del pasado, si se ha dado una
ruptura dolorosa, planea también sobre la nueva relación y al mismo tiempo en
el que te ajustas a la nueva familia hay que aprender además a manejarse con
ésta pérdida y el proceso emocional que conlleva.
Además la normas de funcionamiento,
historia y rituales de cada miembro de la pareja son diferentes y hay que
aprender a ajustarlos.
Para Sanz la intromisión de los cónyuges
anteriores puede ser otra dificultad añadida y todos los psicólogos aconsejan
ademas que los padres/madres no hablen en contra de sus ex delante de los
niños, sus postura debe ser lo más conciliadora posible fomentando la
comunicación y el contacto entre ellos.
Pautas a seguir
Los desafíos , apunta Sanz, son
muchos y hay que tener en cuenta algunas cuestiones claves como puede ser el tema financiero y el de la
vivienda:
Si se puede, siempre es mejor mudarse a
una nueva casa o hacer reforma en la vivienda de uno de los dos cónyuges para
adaptarla a las nuevas necesidades.
En cuanto al dinero, hay que resolver si
habrá aportaciones comunes, o una sola “hucha en común”. Las diferencias de
trato económico en relación a los hijos de cada uno (colegio, ropa….) pueden
ser fuente de numerosas tensiones .
EFE/EMILY
WABITSCH
Otras dos claves son el tiempo y la comunicación.
Las segundas parejas cuando se conocen
quieren correr mucho, es una vivencia muy fuerte y muy positiva y muchas veces
se precipitan en la hora de decidir que quieren vivir juntos y formar una nueva
familia.
Por lo tanto se aconseja, para conocerse
como padres, pactar normas, poco a poco, y saber ubicar al otro en la relación
con los hijos.
Hay que facilitar el paso a esta nueva
etapa de familia, ir creando el sentido de pertenencia, buscar y aprovechar los
puntos de unión, a través de actividades comunes.
En cuanto a la comunicación, esta
psicóloga sostiene que normalmente no se les explican las cosas a los hijos, no
se les dice esta es mi nueva pareja y queremos vivir todos juntos. Se tiende a
practicar la política de hechos consumados. Con tiempo y diálogo los hijos lo
llevan mejor.
Pactar las
normas de educación y no usurpar nunca el papel del otro, son pautas a seguir
para no naufragar .
Los padrastros o madrastras deben
establecer primero una relación con los niños que se parezca más a la de un
amigo o consejero de campamento, en lugar de parecer alguien que impone la
disciplina. Las parejas también pueden acordar que el padre que tiene la
custodia es el principal responsable del control y disciplina de los niños
hasta que el padrastro o madrastra y los niños establezcan un vínculo sólido.
Estrategias
Para la
profesora de Antropología del Parentesco de la Universidad Complutense de
Madrid, Ana María Rivas, las familias reconstituidas
representan uno de los mejores exponentes de las transformaciones que se están
produciendo en los modos de configurar familias en las sociedades occidentales,
en general, y en la española en particular, “ya que cuestionan los presupuestos
ideológicos del modelo familiar hegemónico”.
Rivas refiere los trabajos de Jociles y
Villaamil (2008), en los que se identifican tres tipos de estrategias que
suelen llevar a cabo las familias reconstituídas en función de las
circunstancias:
Estrategias
de sustitución: se desarrollan cuando la
separación/divorcio ha sido altamente conflictiva debido a causas como el
adulterio, el maltrato o el abandono del hogar, continuando la conflictividad
tras la separación/divorcio, a lo que se añade la actuación de los
padres/madres custodios en contra de sus parejas.
Suelen ir asociadas a una corta edad de
los hijastros, no habiendo llegado todavía a la adolescencia, y al hecho de que
el padrastro/madrastra no aporta hijos de relaciones anteriores.
Estrategias
de duplicación: son aquellas en las que tanto el
padrastro/madrastra como el padre/madre biológicos desempeñan las funciones
parentales, independientemente de que sean convivientes o no.
Se trata también de casos con divorcios
contenciosos y conflictivos, con ruptura de las relaciones entre los excónyuges
y ausencia de relaciones entre éstos y las nuevas parejas.
Estrategias
de evitación: corresponden a aquellas en las que el
padre y la madre biológicos desempeñan las funciones parentales, evitando que
lo hagan la madrasta/padrastro.
Mayoritariamente, son familias en las
que la separación/divorcio ha sido de mutuo acuerdo y el proceso de
recomposición se ha iniciado cuando los hijos eran ya adolescentes o
preadolescentes.
Los hijos
A juicio de la antropóloga, otra de las
cuestiones de interés en el análisis de las familias reconstituidas son las
representaciones y concepciones de las fratrías recompuestas, formadas por
hijos no comunes de uno o de ambos cónyuges nacidos de una relación anterior
más los hijos comunes que puedan nacer de la nueva unión.
En este caso nos encontramos con lo que
los especialistas (Cherlin y Furstenberg, 1995; Théry, 1996; Poittevin, 2006)
denominan siblings (hermanos de padre y madre), helfbrothers (medio hermanos de
padre o de madre) y stepbrothers (cuasi-hermanos, hijos no comunes de los dos
miembros de la pareja).
Según se trate de un tipo u otro de
fratría recompuesta, los cambios que introduce en la posición y status del
niño/a son:
Cambios en el orden generacional, pues
puede pasar de ser el mayor dentro de su propia fratría de hermanos a ser el
segundo o el menor en su nueva fratría recompuesta.
Cambios en la distribución de los sexos: de tener solo hermanos en la propia fratría puede encontrarse con hermanas
en su nueva fratría o viceversa.
Cambios en
el tamaño de la fratría: de ser hijo/a único/a puede pasar a tener varios hermanos/as
(medio y/o quasi).
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